Identificando los compromisos de los jóvenes

Jesús usó los cinco círculos de compromiso en su estrategia para alcanzar al mundo, pero es obvio que ministró a toda la gente en todos los diferentes niveles de la fe.

Ejercía una influencia espiritual en los pueblos por los que viajó (comunidad), y a menudo enseñó a grandes grupos (multitud). En Lucas 10 envió a los 72 (la congregación). Dirigió un grupo de doce discípulos (los dedicados), y tuvo un grupo íntimo formado por Pedro, Santiago y Juan (el centro).

- El compromiso de los jóvenes de la comunidad es no asistir a la iglesia: viven apartados de Cristo.
- El compromiso de los jóvenes de la multitud es asistir a nuestra iglesia: oyen acerca de Cristo.
- El compromiso de los jóvenes de la congregación es con un grupo pequeño: tienen una relación con Cristo y con otros cristianos.
- El compromiso de los jóvenes dedicados es con los hábitos espirituales: están desarrollándose en Cristo.
- Los jóvenes del centro están dedicados a hacer el ministerio: están sirviendo a causa de Cristo.

Cómo llega uno a ser un obrero de la juventud

Respuesta 1: Reconozca el poder de Dios a través de la humildad personal.

Si usted es alguien que absorbe el crédito por el éxito, la humildad puede ser una cualidad extranjera. Quien se adueña del crédito por el éxito alcanzado, fácilmente pierde de vista el poder de Dios. Usted puede recordar que Dios no necesita un programa para obrar. Ni siquiera necesita de usted.

Respuesta 2: Someta sus habilidades a Dios y permita que Su poder obre a través de lo que es usted.

Permita que el poder divino que se revela en la vida del creyente encienda sus habilidades. Regocíjese sabiendo que su presencia y palabras dan al poder de Dios otra oportunidad de comunicarse con estudiantes a quienes Dios ama (1Co 2.4-5).

Respuesta 3: Concéntrese en ser una persona de Dios antes de hacer la obra de Dios.

En lugar de tratar de agradar a otros, aprenda a vivir una vida para una audiencia de Uno. Hacer la obra de Dios no es tan importante como ser la persona de Dios. En la iglesia, hacer puede convertirse en una ilusión que requiere más atención en nuestro ser (Mt 7.21-23).