“Tenemos cristianos despreocupados y seguros de sí mismos con poca afinidad por Cristo y su cruz. Tenemos mozos joviales que andan por ahí, parecidos a maestros de ceremonias de espectáculos. Pero, ¿lo están haciendo por amor a Cristo? ¡Hipócritas! No lo están haciendo por amor a Cristo; lo están haciendo para beneficio de su propia carne, y usan la iglesia como teatro, porque aún no han conseguido un legítimo teatro que los albergue”.
“Hoy día, en la mayoría de las iglesias evangélicas, es una práctica común ofrecer a las personas, especialmente a los jóvenes, un máximo de entretenimiento y un mínimo de instrucción formal. En la mayoría de los lugares, es difícil conseguir que la gente asista a reuniones donde la única atracción es Dios. Solo se puede concluir que los que profesan ser hijos de Dios están cansados de Él, pues hay que perseguirlos con caramelos multicolores en forma de películas, juegos y refrigerios religiosos”.
“Esto ha influenciado todo el patrón de la vida de la Iglesia, e incluso la ha transformado en un nuevo tipo de arquitectura eclesiástica diseñada para albergar al becerro de oro”.
“De modo que padecemos la extraña anomalía de la ortodoxia en el credo y la heterodoxia en la práctica. La técnica de los caramelos multicolores se ha integrado tanto en nuestro pensamiento religioso actual, que simplemente se da por hecho. Sus víctimas nunca se enteran de que aquello no forma parte de las enseñanzas de Cristo y sus apóstoles”.
“Ante cualquier objeción con respecto a nuestro actual becerro de oro, el cristianismo recibe la respuesta triunfalista: ‘¡Pero los estamos ganando!’. ¿Y para qué los estamos ganando? ¿Para el verdadero discipulado? ¿Para llevar la cruz? ¿Para la abnegación? ¿Para una separación del mundo? ¿Para la crucifixión de la carne? ¿Para vivir santamente? ¿Para una nobleza de carácter? ¿Para despreciar las riquezas de este mundo? ¿Para una severa autodisciplina? ¿Para amar a Dios? ¿Para una total entrega a Cristo? Desde luego, la respuesta a todas estas preguntas es ‘no’”.
A.W. Tozer.