Efe 4:25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.
La expresión por lo cual presenta el primer mandato específico para el andar nuevo del cristiano.
Los mentirosos no heredarán el reino de Dios (Ap 21.8; 1Co 6.9). Un creyente puede caer en la mentira tanto como puede caer en cualquier pecado, pero si mentir es un hábito continuo en su vida que procede de un corazón que procura engañar, esa persona no tiene base bíblica para creer que es un cristiano.
La persona que miente de forma persistente como algo que forma parte regular de su vida cotidiana, demuestra que es hijo del diablo y no de Dios (Jn 8.44). Satanás miente acerca de Dios, de Cristo, de la vida, la muerte, el cielo, el infierno, las Escrituras, el bien, el mal y todo lo demás. Todo sistema religioso aparte del cristianismo se construye alrededor de diversos engaños de Satanás.
El mundo depende tanto de la mentira que, si todos empezaran a decir la verdad, entraría en colapso. La mentira abarca más que el simple hecho de decir falsedades directas. También incluye la exageración, aquella adicción de falsedad a los que es verdadero en un principio. Hacer trampa en los exámenes, hacer promesas necias, traicionar la confianza y las confidencias de otra persona, adular con arbitrariedad y presentar excusas por todo, también son formas de mentira.
El cristiano no debería participar de cualquier clase de mentira. Debe caracterizarse por estar siempre desechando la mentira, porque la mentira es incompatible con su nueva naturaleza e inaceptable para su nuevo Señor.
“Desechando” es descartar, arrancar, echar fuera, y todas las ideas similares. Aparece en Hch 7.58, donde los judíos “pusieron” su vestimenta exterior a un lado para tener mayor libertad de movimientos en el homicidio de Esteban. El cristiano pone a un lado la mentira y la desecha por completo, de tal modo que pueda tener plena libertad de movimiento para hacer la obra justa del Señor.
Con una cita de Zacarías 8.16, Pablo pasa de la prohibición negativa al mandato positivo: hablad verdad (Jn 14.6, 17; 17.17). Cuando una persona se convierte en creyente sale del dominio de la mentira para entrar al dominio de la verdad, y por ende toda forma de mentira es en absoluto incongruente con su nueva identidad.
La palabra prójimo se define por la frase miembros los unos de los otros y significa hermanos cristianos. Debemos hablar verdad a todos en todas las situaciones, pero tenemos un motivo especial para ser veraces con otros creyentes, porque somos miembros todos del cuerpo de Cristo, la iglesia, y por lo tanto miembros los unos de los otros.
Nuestros cuerpos físicos no pueden funcionar de manera adecuada y segura si cada miembro no tiene comunicación correcta con los otros. Si nuestro cerebro empezara súbitamente a dar señales falsas a nuestros pies, tropezaríamos o caminaríamos frente a un camión.
La iglesia no puede funcionar de manera correcta si sus miembros obscurecen y ocultan la verdad los unos de los otros o si dejan de trabajar juntos con honestidad y amor. No podemos ministrar con efectividad los unos a los otros o con los demás si no hablamos “la verdad en amor” (4.15), de manera especial entre nuestros hermanos en la fe.