¿Cómo afecta el "posmodernismo" a las iglesias de hoy?



Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el humanismo y la modernidad entran en crisis y saltamos a lo que hoy, imprecisamente, llamamos “posmodernidad”. Para entenderla, tenemos que definir sus características más sobresalientes:

1. El utilitarismo. Todo vale en la medida en que pueda ser cambiado por otra cosa.
2. Pérdida de las ideologías, tradiciones o manifestaciones históricas que no tenga una utilidad inmediata práctica.
3. Ética consensual. Todo debe resolverse por el buen sentido y la opinión mayoritaria. No es una ética basada en principios, sino en estadísticas.
4. Búsqueda prioritaria de lo hedónico o placentero, evitando todo sacrificio o costo. Entrega al consumismo, como único sentido de la vida.
5. Desprendimiento de toda actitud crítica con respecto al futuro, por lo tanto no se miden las consecuencias de lo que se hace.
6. Percepción única de la realidad superficial, sin profundidad en el análisis ni en lo contenidos.

LA IGLESIA POSMODERNA
La posmodernidad no solo está dando un perfil frívolo, tosco y superficial al hombre de hoy; asume una actitud en cuanto a los fundamentos de la iglesia. La Reforma rescató las Escrituras para el mundo occidental, como base inamovible de fe. Traducidas a las lenguas vernáculas, fue destruyendo el oscurantismo produciendo un movimiento de renovación y libertad del cual somos herederos hoy.

La contrarreforma, por su parte, intentó volver a divorciar al pueblo de la Palabra de Dios. El analfabetismo bíblico que invade las iglesias es preocupante. El interés de las personas está siendo desviado o se le está dando otro énfasis a las actividades de las iglesias: experiencias emocionales, eventos sociales o sobredimensionamiento de la música, la alabanza y el aconsejamiento psicológico. El crecimiento de los medios de comunicación electrónicos y los cambios en los métodos educativos están guiando a la gente a leer cada vez menos.

Las personas que cumplen el rol de mantener una iglesia bíblicamente alfabetizada están desapareciendo muy sutilmente, y no están siendo reemplazadas. La sutileza del ataque enemigo está en que no van contra la Palabra de Dios directamente, sino que la relegan para poner en su lugar programas que apelen a la parte social o emocional desplazando en forma lenta la exposición de las Sagradas Escrituras.

Un amplio espectro de cristianos no son confrontados por la Palabra para vivir vidas santas, ni ellos confrontan a los inconversos para que se arrepientan de sus pecados y vengan a Jesucristo. Al contrario, se convoca a los cristianos para alabar y vivir experiencias emocionales, y a los incrédulos para que reciban sanidad física y prosperidad económica.

La convocatoria apunta a satisfacer el hedonismo y utilitarismo que caracteriza al hombre posmoderno: al Señor Jesucristo se le presenta como un proveedor de satisfacciones temporales y terrenas quitándose al mensaje el contenido soteriológico trascendente y eterno.

"El mundo al que predicamos", Salvador Dellutri, Editorial Unilit.
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