Les saludo muy afectuosamente de la Iglesia Bautista Libertad en MIGUEL GRAU. Esperando que Dios esté derramando bendición en sus familias.
Queridos hermanos, este mes de agosto lo hemos dedicado al tema de Adoración, con el título de “MARAVILLADOS”, recordando lo que Dios es para adorarle y recordando todo lo que hace para agradecerle.
El domingo 15 tuvimos una noche de gratitud, esa noche varios de los hermanos durante el programa salieron a dar gracias a Dios por las cosas que Dios había hecho en sus vidas hasta este tiempo, fue un tiempo especial.
Creo que una de las cosas mas especiales del mes ha sido nuestro aniversario, el domingo 29 celebramos nuestro aniversario, 15 años desde que la iglesia se inició, hicimos una cena con todos los hermanos y al final toda la iglesia sopló las velas de las tortas como se hace en todo cumpleaños, tuvimos una asistencia de 125 personas, varios hermanos obsequiaron cosas para la iglesia y fueron generosos, además cada clase de la iglesia presentó algo especial, como actuaciones, cánticos especiales y fue hermoso de verdad, estamos agradecidos a Dios por ese bello día.
Les ruego hermanos estén orando por la señorita Fiorella, ella está muy animada, está asistiendo fielmente a la iglesia estará empezando un discipulado, y también por el señor Roberto Mamani y su esposa Judith, para que ellos reciban a Cristo, gracias de antemano por sus oraciones.
La verdad hermanos, estamos muy agradecidos por la OFRENDA MISIONERA que hemos recibido de su iglesia, representa mucho para mí y para mi familia. Les ruego sus oraciones por este mes de Septiembre que lo estamos dedicando al tema de Evangelismo, nos despedimos deseando que el Señor los siga protegiendo en su gran amor. Estaremos orando por ustedes.
¡Dios no bendice la mentira!
Hace muchos años un hombre se las arregló para que lo incluyeran en la orquesta del emperador de China, aun cuando no podía tocar ni una sola nota. Cuando el grupo practicaba o tocaba, se llevaba la flauta a los labios y fingía tocar, pero sin hacer ningún sonido. Recibía un modesto salario y disfrutaba de una vida cómoda.
Entonces un día el emperador pidió un solo de cada músico. El flautista se puso nervioso. No tenía tiempo para aprender a tocar el instrumento. Se fingió enfermo, pero el médico real no se dejó engañar. El día de su solo el impostor tomó veneno y se suicidó. La explicación de su suicidio dio lugar a que se acuñara la frase que ha pasado a otros idiomas: «Rehusó hacerle frente a la música». Una frase más común en español sería: «Rehusó enfrentar las consecuencias».
La cura para el engaño es sencillamente esta: Hágale frente a la música. Diga la verdad. Algunos de nosotros vivimos en engaño. Algunos de nosotros andamos en sombras. Las mentiras de Ananías y Safira resultaron en la muerte; también las nuestras. Algunos de nosotros hemos sepultado un matrimonio, partes de una conciencia, e incluso partes de nuestra fe; todo por no decir la verdad.
¿Se halla usted en un dilema, preguntándose si debería decir la verdad o no? La pregunta para hacerse en tales momentos es: ¿Bendecirá Dios mi engaño? ¿Bendecirá Él, quien aborrece la mentira, una estrategia levantada sobre mentiras? ¿Bendecirá el Señor, quien ama la verdad, el negocio de falsedades? ¿Honrará Dios la carrera del manipulador? ¿Acudirá Dios en auxilio del farsante? ¿Bendecirá Dios mi falta de veracidad?
A mí también me parece que no.
Como Jesús, Max Lucado.
Entonces un día el emperador pidió un solo de cada músico. El flautista se puso nervioso. No tenía tiempo para aprender a tocar el instrumento. Se fingió enfermo, pero el médico real no se dejó engañar. El día de su solo el impostor tomó veneno y se suicidó. La explicación de su suicidio dio lugar a que se acuñara la frase que ha pasado a otros idiomas: «Rehusó hacerle frente a la música». Una frase más común en español sería: «Rehusó enfrentar las consecuencias».
La cura para el engaño es sencillamente esta: Hágale frente a la música. Diga la verdad. Algunos de nosotros vivimos en engaño. Algunos de nosotros andamos en sombras. Las mentiras de Ananías y Safira resultaron en la muerte; también las nuestras. Algunos de nosotros hemos sepultado un matrimonio, partes de una conciencia, e incluso partes de nuestra fe; todo por no decir la verdad.
¿Se halla usted en un dilema, preguntándose si debería decir la verdad o no? La pregunta para hacerse en tales momentos es: ¿Bendecirá Dios mi engaño? ¿Bendecirá Él, quien aborrece la mentira, una estrategia levantada sobre mentiras? ¿Bendecirá el Señor, quien ama la verdad, el negocio de falsedades? ¿Honrará Dios la carrera del manipulador? ¿Acudirá Dios en auxilio del farsante? ¿Bendecirá Dios mi falta de veracidad?
A mí también me parece que no.
Como Jesús, Max Lucado.
Decir la verdad…siempre
Es una testigo. Su trabajo no es ampliar ni diluir
El cristiano es también un testigo. Nosotros también prestamos juramento. Como el testigo en la corte, somos llamados a decir
Somos testigos. Como los testigos en el tribunal, somos llamados a testificar, a decir lo que hemos visto y oído. Debemos decir
Hay, sin embargo, una diferencia entre el testigo en el tribunal y el testigo por Cristo. El testigo en el tribunal a la larga deja la silla del testigo, pero el testigo de Cristo nunca deja de serlo. Puesto que las afirmaciones de Cristo siempre están siendo sometidas a prueba, el tribunal está perpetuamente en sesión, y nosotros seguimos bajo juramento. Para el cristiano el engaño nunca es una opción. No fue una opción para Jesús. ¿Por qué? ¿Por qué tanta severidad? ¿Por qué una posición tan rigurosa?
Por una razón: La falta de veracidad es absolutamente contraria al carácter de Dios. Según Hebreos 6.18 es imposible que Dios mienta. No es que Dios no mentirá o que ha escogido no mentir; no puede mentir. Que Dios mienta es lo mismo que un perro vuele o que un pájaro ladre. Sencillamente no puede suceder. El libro de Tito hace eco de las mismas palabras del libro de Hebreos: «Dios, que no miente» (Tito 1.2).
Dios siempre dice
Satanás, por otro lado, halla imposible decir
MENTIROSO DE SIETE SUELAS. Pero Eva se tragó el anzuelo, y arrancó el fruto, y apenas en unos pocos párrafos más adelante vemos a su esposo y a su hijo seguir los mismos pasos, y la veracidad en el Edén parece recuerdo distante.
Todavía lo parece. Daniel Webster tenía razón cuando observó: «Nada hay más poderoso que la verdad, y con frecuencia nada más extraño».
¿Falta de gratitud?
El domingo por la mañana enseñé en Vision Baptist Church, a los latinos (donde dicho sea de paso, hermano Ronald Tubillas está haciendo un gran trabajo), el tema "Vive agradecido".
Explicaba que uno de los peores insultos que una persona puede recibir es "¡ingrato!", que esta es una palabra muy ofensiva, que en Proverbios dice "al que devuelve mal por bien, el mal nunca se apartará de su casa".
Vimos que Pablo repite vez tras vez expresiones como "Dad gracias en todo" (1 Tesalonicenses 5), "por todo" (Efesios 5), "doy gracias a Dios por ustedes" (1 Tesalonicenses 1, 2 Tesalonicenses 1, 2 Timoteo 1), "dando siempre gracias" (Colosenses 3)...¡si repite mucho esto, es que es muy importante!
Pero, ¿por qué no vivimos agradecidos? ¿Por qué vivimos mostrando ingratitud? ¿Por qué olvidamos lo que otros hacen por nosotros? ¿Por qué sólo hablamos de las "cosas malas" que nos hicieron los demás (padres, cónyuge, otros cristianos), y no de las "buenas cosas" que recibimos? Expliqué que podrían haber muchas razones:
1. Pienso que merezco más. Esta es la respuesta del orgullo. Pienso que he dado más de lo que recibí. La soberbia es una mala consejera. ¡Necesitas buena memoria para todos los beneficios que has recibido! Nunca olvides "ninguno de sus beneficios".
2. Pienso que los demás tienen más de lo que merecen. Esta es la respuesta de la envidia. Me enoja ver lo que otros tienen, y empiezo a hablar de cómo deberían usar los demás sus recursos. ¡No eres Dios! No debes estar imaginando lo que harías si los demás te dan más. Eso es envidia. Y es pecado también. Saúl casi se volvió loco y suicidó...y este era uno de sus pecados.
3. Pienso que sólo yo sufro, y no los demás. Esta es la mentalidad de víctima. Si yo sufro, ¡por qué no sufren los demás! Miro de reojo a toda persona que (según yo) tiene más que yo, y me pregunto (o mejor dicho, el diablo me dice al oído): "¿por qué no te da?". Esto me vuelve una persona enojada con todos. Amo al que me da...odio al que no me da...odio al que me quita lo que antes me daba.
No es muy difícil convertirnos en personas ingratas. Se requiere mucha disciplina para ser una persona agradecida. Requiere controlar tu mente: pensar en las cosas buenas que SÍ has recibido, en las cosas buenas que otros hicieron por ti, en las cosas que tienes GRACIAS a los demás. Requiere controlar tu voluntad: escribir, llamar y decir "¡Gracias!", a pesar de todo.
Así es como Dios quiere que viva. ¿Así es como vivirás?
Explicaba que uno de los peores insultos que una persona puede recibir es "¡ingrato!", que esta es una palabra muy ofensiva, que en Proverbios dice "al que devuelve mal por bien, el mal nunca se apartará de su casa".
Vimos que Pablo repite vez tras vez expresiones como "Dad gracias en todo" (1 Tesalonicenses 5), "por todo" (Efesios 5), "doy gracias a Dios por ustedes" (1 Tesalonicenses 1, 2 Tesalonicenses 1, 2 Timoteo 1), "dando siempre gracias" (Colosenses 3)...¡si repite mucho esto, es que es muy importante!
Pero, ¿por qué no vivimos agradecidos? ¿Por qué vivimos mostrando ingratitud? ¿Por qué olvidamos lo que otros hacen por nosotros? ¿Por qué sólo hablamos de las "cosas malas" que nos hicieron los demás (padres, cónyuge, otros cristianos), y no de las "buenas cosas" que recibimos? Expliqué que podrían haber muchas razones:
1. Pienso que merezco más. Esta es la respuesta del orgullo. Pienso que he dado más de lo que recibí. La soberbia es una mala consejera. ¡Necesitas buena memoria para todos los beneficios que has recibido! Nunca olvides "ninguno de sus beneficios".
2. Pienso que los demás tienen más de lo que merecen. Esta es la respuesta de la envidia. Me enoja ver lo que otros tienen, y empiezo a hablar de cómo deberían usar los demás sus recursos. ¡No eres Dios! No debes estar imaginando lo que harías si los demás te dan más. Eso es envidia. Y es pecado también. Saúl casi se volvió loco y suicidó...y este era uno de sus pecados.
3. Pienso que sólo yo sufro, y no los demás. Esta es la mentalidad de víctima. Si yo sufro, ¡por qué no sufren los demás! Miro de reojo a toda persona que (según yo) tiene más que yo, y me pregunto (o mejor dicho, el diablo me dice al oído): "¿por qué no te da?". Esto me vuelve una persona enojada con todos. Amo al que me da...odio al que no me da...odio al que me quita lo que antes me daba.
No es muy difícil convertirnos en personas ingratas. Se requiere mucha disciplina para ser una persona agradecida. Requiere controlar tu mente: pensar en las cosas buenas que SÍ has recibido, en las cosas buenas que otros hicieron por ti, en las cosas que tienes GRACIAS a los demás. Requiere controlar tu voluntad: escribir, llamar y decir "¡Gracias!", a pesar de todo.
Así es como Dios quiere que viva. ¿Así es como vivirás?
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