El domingo por la mañana enseñé en Vision Baptist Church, a los latinos (donde dicho sea de paso, hermano Ronald Tubillas está haciendo un gran trabajo), el tema "Vive agradecido".
Explicaba que uno de los peores insultos que una persona puede recibir es "¡ingrato!", que esta es una palabra muy ofensiva, que en Proverbios dice "al que devuelve mal por bien, el mal nunca se apartará de su casa".
Vimos que Pablo repite vez tras vez expresiones como "Dad gracias en todo" (1 Tesalonicenses 5), "por todo" (Efesios 5), "doy gracias a Dios por ustedes" (1 Tesalonicenses 1, 2 Tesalonicenses 1, 2 Timoteo 1), "dando siempre gracias" (Colosenses 3)...¡si repite mucho esto, es que es muy importante!
Pero, ¿por qué no vivimos agradecidos? ¿Por qué vivimos mostrando ingratitud? ¿Por qué olvidamos lo que otros hacen por nosotros? ¿Por qué sólo hablamos de las "cosas malas" que nos hicieron los demás (padres, cónyuge, otros cristianos), y no de las "buenas cosas" que recibimos? Expliqué que podrían haber muchas razones:
1. Pienso que merezco más. Esta es la respuesta del orgullo. Pienso que he dado más de lo que recibí. La soberbia es una mala consejera. ¡Necesitas buena memoria para todos los beneficios que has recibido! Nunca olvides "ninguno de sus beneficios".
2. Pienso que los demás tienen más de lo que merecen. Esta es la respuesta de la envidia. Me enoja ver lo que otros tienen, y empiezo a hablar de cómo deberían usar los demás sus recursos. ¡No eres Dios! No debes estar imaginando lo que harías si los demás te dan más. Eso es envidia. Y es pecado también. Saúl casi se volvió loco y suicidó...y este era uno de sus pecados.
3. Pienso que sólo yo sufro, y no los demás. Esta es la mentalidad de víctima. Si yo sufro, ¡por qué no sufren los demás! Miro de reojo a toda persona que (según yo) tiene más que yo, y me pregunto (o mejor dicho, el diablo me dice al oído): "¿por qué no te da?". Esto me vuelve una persona enojada con todos. Amo al que me da...odio al que no me da...odio al que me quita lo que antes me daba.
No es muy difícil convertirnos en personas ingratas. Se requiere mucha disciplina para ser una persona agradecida. Requiere controlar tu mente: pensar en las cosas buenas que SÍ has recibido, en las cosas buenas que otros hicieron por ti, en las cosas que tienes GRACIAS a los demás. Requiere controlar tu voluntad: escribir, llamar y decir "¡Gracias!", a pesar de todo.
Así es como Dios quiere que viva. ¿Así es como vivirás?