Impedimentos para escuchar la voz de Dios (primera parte)


A través de las edades, muchos cristianos sinceros han intentado escuchar a Dios. Por lo general, después de varias sesiones silenciosas y penosas, abandonan los intentos, afirmando que Dios no tiene nada que decirles o que ellos, sencillamente, no saben cómo escuchar su voz.

Creo que el problema está del lado nuestro, en que con frecuencia hemos acumulado (a veces inconscientemente) impedimentos espirituales que hacen que no podamos oír con claridad lo que el Señor quiere decirnos.

1. No conocemos a Dios
Cuanto más entendamos quién es Dios, tanto más podrá hablamos. Es por ello que es tan urgente que estudiemos la Palabra de Dios a diario. Al hacerlo ofrecemos a Dios un campo fértil en el cual trabajar y hablarnos al corazón. Algunos cristianos saben tan poco acerca de Dios que apenas podrían llenar un lado de una hoja de tamaño carta..

2. Un falso sentimiento de culpa
Hay dos tipos de culpa. Uno es la culpa verdadera, vale decir, la que nace de haber pecado contra Dios; somos responsables por la situación creada y tenernos que resolverla. El segundo es la culpa falsa, que Satanás nos lanza; esto ocurre cuando el diablo nos acusa de no estar a la altura de lo que Dios quiere.

Muchas son las personas que viven innumerables años bajo esta engañosa sensación de culpa. Piensan que no pueden llegar nunca a ser realmente aceptados por Dios; creen que nunca lograrán estar a su altura y que jamás lo agradarán; piensan que nunca llegarán a ser todo lo que Él quiere que sean. A estas personas les resulta difícil oír a Dios, porque Satanás no deja de acusarlas. Todo lo que oyen les llega a través del marco preprogramado de sus sentimientos de culpa. Cuando tenemos esos sentimientos de condenación divina apenas si nos atrevemos a escuchar, porque ya no aguantamos que nos sigan juzgando.

3. La incredulidad
Muchas personas no creen plenamente que Dios hable hoy. Si pensamos que sólo por medio de las Escrituras obtenemos guía para la vida cristiana, entonces hemos de perder buena parte de lo que Dios quiere darnos, porque con mucha frecuencia nos habla por medio del Espíritu, de las circunstancias y de otras personas. Debemos estar absolutamente seguros y plenamente persuadidos de que Dios realmente nos habla personalmente acerca de nuestra familia, nuestro negocio, nuestras finanzas, nuestros pesares, nuestras frustraciones, nuestros temores.

Dios no se limita a hablar con una pequeña élite. Estamos todos en la misma categoría cuando se trata de que Él nos hable y nosotros escuchemos. Dios trata a todos sus hijos por igual.

4. Ocultar el pecado
Ocultar un pecado no es lo mismo que cometerlo. Ocultar un pecado significa saber que existe en nuestra vida, que Dios ha puesto el dedo en el mismo, y que, sin embargo, no nos ocuparemos de resolver el problema. Ocultar el pecado es como la estática en la radiodifusión. Oímos débilmente la voz de Dios, pero no entendemos lo que dice.

Cuando Dios nos hace ver algún pecado en particular, y respondemos negativamente, no creo que nos vuelva a decir algo hasta que hayamos obedecido la orden anterior. ¿Por qué habría de seguir hablándonos si no pensamos obedecer? Ocultar el pecado nubla nuestra visión, divide la mente y tapona los oídos.

5. Un espíritu rebelde
La persona rebelde puede querer orar pero no oír. Dios le habla de su corazón rebelde para que se arrepienta de su pecado, pero si no hay ningún cambio, se niega a hablarle sobre otros asuntos. La rebeldía obstaculiza la penetrante voz de Dios. La rebeldía no es lo mismo que la renuencia. Dios entiende que titubeemos a veces, como ocurrió cuando habló con Moisés. Como Moisés, le podernos decir a Dios que no nos gusta lo que nos está diciendo; pero rebelarnos en contra de sus instrucciones es otra cosa.

Cómo escuchar la voz de Dios, Charles Stanley.
Reunión de Jóvenes sábados a las 6 pm Urb. Alvarez Thomas D-11