Asuntos incompletos
Convertirse en un hombre o una mujer de carácter, ¿sólo tiene que ver con el futuro? No. Desarrollar el carácter no es simplemente una cuestión de cambiar la manera de comportarse y pensar en el tiempo presente. También implica asumir la responsabilidad de cómo te comportaste en el pasado.
En algún punto de tu camino, Dios te pedirá que retrocedas y asumas la responsabilidad de tu pasado. Relaciones con problemas sin resolver, deudas olvidadas, disculpas que nunca se dieron – son cosas que Dios nos pedirá que atendamos. Muchas personas que hemos lastimado aún tienen abiertas las heridas – heridas que una disculpa sincera ayudaría a curar. Con frecuencia, ir hacia delante significa ir hacia atrás.
Sí, Dios ha hecho nuevas todas las cosas. Pero eso, de ninguna manera, nos libera de la responsabilidad de enmendar el error para con las personas que hemos maltratado. El carácter presume el valor y la fe para hacerlo.
¡Detén el servicio!
En el Sermón del Monte hallamos las instrucciones para lidiar con nuestro pasado (Mateo 5.23-24). Alguno de los oyentes de Jesús pensaría: ¡Eso no puede ser! He caminado hasta el templo. He hecho fila durante medio día. He soportado todos los inconvenientes para hallar un sacrificio aceptable. ¿Y tú dices que debo irme? ¿Dios desea que ate mi cordero o le entregue a alguien la paloma que compré solo para hacer las pases con alguien que está enojado conmigo?
Esto de seguro no tenía sentido para muchos de ellos. Los creyentes judíos de esa época creían que su relación con Dios era la prioridad fundamental. Presumían que Dios estaba más interesado en que los adoradores hicieran las paces con él que en que hicieran las paces con otra persona.
Pero Jesús dice que nuestra relación con el Padre celestial gira alrededor de nuestras relaciones con las demás personas. Ambas relaciones son inseparables. Parece que esto implica que nuestra habilidad para adorarlo con sinceridad, en comunión y sin vergüenza depende de nuestra relación con los demás – incluyendo a aquellos a quienes hemos ofendido o herido de alguna manera.
La verdad es que tú no puedes resolver tus diferencias con el Padre si no estás dispuesto a resolver tus diferencias con los demás. No puedes tener comunión con el Padre si no tienes comunión con los demás. Las dos cosas van de la mano.
Un nuevo mandamiento
La pregunta que urge hacerse es: “¿Por qué Dios no nos puede perdonar y simplemente dejar que sigamos nuestro camino?” La respuesta se halla en una declaración que hizo Jesús a sus discípulos durante sus últimos momentos en la tierra (Juan 13.34; Marcos 12.30-31).
El lado práctico del carácter tiene que ver con amar a los demás. La fe cristiana se construye sobre la premisa de poner en primer lugar a los demás. Después de todo, así es como las personas sabrán que somos cristianos. La herramienta evangelizadora más grande que tenemos es el amor. El amor por los demás creyentes y el amor por quienes están fuera de la fe.
Es imposible estar bien con Dios y por otra parte olvidar este importante mandamiento. Hay insinceridad en un hombre o en una mujer que repetidamente le dice a Dios cuánto lo ama pero se rehúsa a obedecerlo. Tú no puedes amar a Dios con todo tu corazón y no amar a tu prójimo; las dos cosas son inseparables. Y, a propósito, esto no se limita a nuestros amigos y vecinos. Incluye a nuestros enemigos (Lucas 6.27).
La cuestión es cómo tratamos a nuestro prójimo…y cómo tratamos a nuestro enemigo. Estamos llamados a decir y hacer cosas que demuestren el amor. Cuando no lo hacemos, eso afecta nuestra comunión con el Padre, y nuestro liderazgo.