¡Terminar bien!


¿Cómo se hace para terminar bien la carrera cristiana? Algo ocurre en las vidas de algunos que les impidió terminar bien. Esto me ha llevado a buscar la respuesta a la pregunta: ¿cómo hago para terminar bien mi carrera?, ¿cómo debo vivir hoy para llegar bien al último tramo de mi vida? Estas son algunas de las áreas que, según creo, debemos cuidar:

Empezar bien
Debemos, primeramente, empezar bien. No se puede subestimar la importancia de un buen discipulado, de conocer la Biblia, de cultivar una vida de integridad. Lamentablemente, en muchas ocasiones las personas conocen al Señor y en seguida son colocadas en posiciones de liderazgo sin que estén preparadas para esta responsabilidad. Empezar así es una receta segura para el fracaso. Para llevar la delantera, uno debe aprender a seguir; para ser líder, uno debe aprender a servir.

Empezar bien requiere además que tomemos decisiones sobre cuestiones fundamentales de la integridad: ¿seremos fieles en lo poco?, ¿manejaremos con honestidad el dinero?, ¿seremos sabios en el uso del tiempo?, ¿cuidaremos nuestra relación con la familia, con nuestro cónyuge? Lo que somos cuando nadie nos está mirando afectará dramáticamente nuestro futuro como líderes, pues el enemigo estará buscando, precisamente en ese ámbito, su oportunidad para destruir nuestro testimonio.

Caminar con él 
En segundo lugar, hemos sido llamados a cultivar nuestra intimidad con Dios. Nada nos hará caer más rápido que la falta de una relación significativa con él. Los líderes suelen ser personas muy capaces, en términos humanos. Pueden hacer muchas cosas con sus propias fuerzas. Solamente con el pasar del tiempo se van a dar cuenta de que el Espíritu de Dios no está presente como podría estarlo cuando el ministerio está cimentado en una relación sólida con Dios. No podemos parecernos a Jesús si no estamos pasando tiempo con él.

¡Existen demasiados siervos que confunden el trabajar en el ministerio con la intimidad con Dios! El gran mandamiento no nos ordena trabajar para el Señor, sino a amar a Dios por encima de todas las cosas. Así, de todos los compromisos que pueden afectar la forma en que terminamos la carrera, ninguno será tan fundamental como este.

Mantener las prioridades 
Debemos buscar del Señor cuáles son Sus prioridades para nuestras vidas, nuestro matrimonio, nuestro ministerio y este momento particular de vida que nos toca vivir. Una vez que las hayamos establecido, él nos llama a que seamos fieles en mantenerlos hasta que él mismo no nos indique otra cosa. De otro modo corremos con el peligro de andar tras lo que se nos presente en el camino, como el dinero, el prestigio y el poder. Todo esto acabará, eventualmente, con nuestra vida y ministerio.

Poner los ojos en la llegada
Debemos asumir el compromiso de terminar bien. Esto parece algo muy obvio, no obstante, muchas personas no piensan que es necesario pensar en esto mientras estamos en la carrera. Sin embargo, si ponemos la vista en la meta, en los momentos más duros de la carrera siempre podremos evitar decisiones equivocadas. Esto será particularmente importante en dos áreas de la vida:
1. Las tentaciones. La Biblia nos enseña a ¡huir de las tentaciones! La persona que pasa tiempo mirando las vitrinas de Satanás, acabará entrando para comprar algo.
2. Evitar la apariencia del mal. Muchos cristianos piensan que si hacen las cosas con inocencia no hay ningún mal en esto, pero la Biblia afirma que debemos evitar hasta la apariencia del mal. Quizás otros nos tildarán de «cuadrados», pero es mejor terminar la carrera siendo «cuadrado» que «redondo», como otros que han caído en inmoralidad.

Perseverar
Nuestro compromiso debe ser seguir adelante, incluso cuando aparentemente no tenga sentido hacerlo. Todos experimentamos etapas en la vida en las cuales no entendemos lo que Dios está haciendo con nosotros. Todos pasamos por momentos de tribulaciones, tal como Jesús nos lo anunció. En los momentos que nos sentimos tentados a buscar otra solución o alternativa, debemos abrazarnos a la convicción de que solamente Jesús tiene palabras de vida. Dios es fiel y su fidelidad y sabiduría nos llevan a pasar por los momentos más duros.

Vivir para él
La carrera a la que hemos sido llamados solamente podremos correrla si poseemos un corazón totalmente entregado a Dios. Una casa dividida no puede mantenerse en pie, ni se puede servir a dos señores. Aunque muchas veces hemos intentado «tener un pie de cada lado», la palabra claramente nos revela que existen solamente dos posturas en la vida: somos totalmente del Señor o somos totalmente del enemigo. Realmente no existe la forma de mantenerse entre dos mundos. Tarde o temprano vamos caer a un lado del muro o al otro; es solamente una cuestión de tiempo.

Desarrollo Cristiano
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