Hay tres guías para juzgar si un maestro predicador viene de
Dios.
Lo primero es medir su credo, las creencias específicas e ideas
que presenta. ¿Las Escrituras en su totalidad, son la base para todo lo que
cree o hace, o usa ciertos pasajes de la Biblia para reforzar ideas que no son
bíblicas? Si su credo no se ajusta a las Escrituras, o si reduce la importancia
de una doctrina, nada de lo suyo importa porque, obviamente, no habla en nombre
de Dios y Él no lo ha enviado.
La segunda guía a examinar es el carácter personal y si se
refleja en su estilo de vida. Aun si la doctrina profesada por una persona es
ortodoxa, la vida impía traiciona a los corazones pecaminosos. La creencia
piadosa siempre produce vida piadosa.
La tercera medida de un líder piadoso son sus conversos, sus
seguidores más ardientes. Si sus devotos son débiles, están confundidos y no
les preocupa la doctrina, y si sus vidas no reflejan las normas bíblicas, casi
ciertamente el líder no es piadoso porque los líderes piadosos no estarían
satisfechos con los conversos impíos, ni los reclamarían como suyos. Los maestros
y predicadores que honran a Cristo y aman las Escrituras producirán en sus
conversos honra a Cristo y amor a las Escrituras. Por otra parte, los
charlatanes religiosos producirán conversos a su propia imagen.
Comentario a Segunda de Timoteo, John MacArthur.