El carácter y nuestra relación con Dios
En el instante en que, con todo entendimiento, comprometemos nuestro carácter, ocurre un cambio en nuestro interior. En ese momento nos percatamos agudamente de la disparidad entre la norma de Dios y la que vivimos. Crece en nosotros la agitada sensación de que somos indignos, y nos sentimos lejos de Él. A este sentimiento lo llamamos culpa.
Al sentirnos distanciados de Dios, tendemos a evitarlo. Por lo tanto, nos alejamos más y el sentimiento de distanciamiento incrementa. En un momento dado, le damos cabida a la idea de que Dios nunca nos volverá a aceptar. Esto solo hace que lo evitemos aun más. Irónicamente, comenzamos a tratar a Dios con las mismas técnicas para evitarlo que usamos con otras personas. En lugar de enfrentar nuestro conflicto, lo evitamos. Seguimos nuestras vidas (y a menudo, nuestro pecado) como si Él no estuviera ahí.
Quizá hasta intentemos razonar nuestra conducta.
Evitar la búsqueda del carácter es arriesgar el andar con Dios. Si para ti el desarrollo del carácter no es una búsqueda intencional, no debe sorprenderte que Dios parezca estar tan distante y desinteresado en ti. Nota que dije "parezca". Dios nunca está desinteresado en ti. Él tampoco está distante. Pero cuando nuestros propósitos y prioridades no se encuentran alineados a los suyos, la relación sufre. El propósito de Dios para tu vida es lograr la conformidad de tu carácter con el de Su Hijo, eso es lo que Él hace en tu interior. A medida que comiences a enfocarte en esa prioridad, estarás cada vez más consciente de la presencia y el poder de Dios en tu vida.
Reunión de Jóvenes sábados a las 6 pm Urb. Alvarez Thomas D-11