Las trampas del diablo (II)

Impedir la obra de Dios
Pablo fundó la iglesia de Tesalónica durante su segundo viaje misionero (Hch. 17). Por motivos que nos resultan desconocidos, tuvo que abreviar su visita a Tesalónica pero mandó a Timoteo en su lugar (1 Ts. 3:1–3). Timoteo volvió con un informe que incluía la noticia de que algunos se sentían tentados a volver a los vicios paganos (4:1–18). A raíz de la persecución que sufrían y la ausencia del apóstol, algunos pusieron en tela de juicio los motivos y el carácter de Pablo. El apóstol escribe para asegurar a los creyentes que él anhelaba visitarlos: Sí, deseábamos visitarlos —yo mismo, Pablo, más de una vez intenté ir—, pero Satanás nos lo impidió (1 Ts. 2:18). No sabemos los métodos del enemigo que obstaculizaron la ida de Pablo a Tesalónica. Pero es importante notar que Satanás sólo lo impidió; no lo imposibilitó de manera total. Pablo buscó alternativas, envió a Timoteo para que ministrara a los cristianos en Tesalónica. Luego les ministró por medio de las dos cartas que conocemos como 1 y 2 Tesalonicenses.

Satanás hizo todo lo posible para frenar la predicación del evangelio y muchos sufrieron; sin embargo, Dios prevaleció y hubo gran bendición.

Cuando uno está trabajando para extender el reino de Dios, debe prepararse para resistir ataques satánicos. ¿Cómo prepararse? ¿Es algo mágico? No, sino que hay que seguir el consejo de Santiago, Pablo y Pedro: resistirle y buscar otras vías para cumplir Su voluntad.
Reunión de Jóvenes sábados a las 6 pm Urb. Alvarez Thomas D-11