El peligro de vivir para el deleite...ignorando a Dios
Oscar Wilde fue un escritor que lo hizo, y murió de una enfermedad venérea a inicios del siglo XX. Él escribió esto, en su lecho de muerte (citado por Ravi Zacharias).
“Comencé con casi todo lo que un joven puede desear en la vida. Me dejé seducir en largos hechizos de facilismo sensual y sin sentido. Malgasté mi propio ingenio, y el desperdiciar la eterna juventud me dio un curioso placer. Cansado de estar en las alturas, deliberadamente descendí a los abismos en busca de nuevas sensaciones. El deseo se convirtió en una enfermedad, una locura, o ambas cosas. Me importó poco la vida de los demás. Tomé del placer cuando así lo sentía, y luego pasaba a otra cosa. Olvidé que cada pequeña acción de cada día hace o deshace el carácter…Dejé de ser señor de mí mismo. Ya no era más el capitán de mi alma y ni siquiera lo sabía. Permití que el placer me dominara. Y terminé en una horrible desgracia. Hay una sola cosa para mí ahora: absoluta humildad”.
No vivimos para ceder al placer. Lo que hará es dominarnos, y tarde o temprano verás a las personas como si fuera objetos o instrumentos que deben de satisfacer tus deseos, y morirá el deseo por las cosas espirituales. Perderás el control sobre ti mismo...y tarde te darás cuenta.
Vivimos para la gloria de Dios, para agradarle, "En su diestra hay delicias para siempre". Agradarle debe ser nuestra prioridad, pues el deleite al hacerlo no tiene comparación. ¿Vivirás para tus placeres o para Dios?