Elecciones luego del matrimonio: Cortar el cordón

Génesis 2:24, “dejará…”
Es un hecho que cada uno(a) de ustedes, tarde o temprano, se casarán y formarán un nuevo hogar. Es necesario ir preparándose para ese momento "inevitable", y entender sus obligaciones hacia su cónyuge, para que después no haya "sorpresas". Así que, ¡alístense!

El mandamiento de Dios para el matrimonio es que dejemos a nuestros padres. “Dejar a nuestros padres” significa que nuestra relación con ellos llega a un nuevo nivel. De manera que, si esta es la primera elección que debemos hacer, ¿cómo debe cambiar nuestra relación con nuestros padres?


1. El matrimonio cambia nuestra fuente de autoridad

Nuestros padres se convierten en nuestros amigos, y a quienes honramos. Ya no son más la autoridad a quienes seguimos, sino amigos sabios a quienes consultamos en ocasiones. Esta es la esencia de una relación adulta con esos valiosos padres de la familia en la que Dios escogió situarnos. Por eso debemos honrarlos con nuestras palabras y acciones todos los días (Tit 3:2).


2. El matrimonio cambia nuestra fuente de comunicación

Nuestro esposo o esposa se convierte en el confidente más grande de nuestra vida. Todos nuestros planes, metas, esperanzas y miedos – toda nuestra vida ahora es compartida con nuestro compañero o compañera perfecta quien nos corresponde según el plan de Dios (1P 3:7a). Nunca debemos tener una actitud hacia nuestro esposo o esposa que refleje un deseo de cambiarlos para que sean más como a nuestros padres les gustaría que fueran
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La orientación ha cambiado; nuestros padres no deben ya establecer la dirección de nuestra vida ni de nuestro matrimonio. Nuestro compañero en Cristo es ahora la persona a quien buscamos honrar, apoyar, complacer, y servir para la gloria de Dios (1P 3:7b).


3. El matrimonio cambia nuestra fuente de sustento

Nuestro colaborador es de quien obtenemos apoyo, aprobación, y más que todo, aceptación y afecto. Nuestros padres solían ser la base de todo lo que hacíamos, pero ahora nuestro compañero para la vida se convierte en ese amigo absoluto y complemento (1P 3:7b). Cualquier pecado de amargura produce malestar espiritual por mucho tiempo. (He 12:14-15).


Correspondientemente, como con cualquier asunto espiritual – el arrepentimiento y la restauración deben ser deseados, buscados y encontrados. Un matrimonio bendecido no tiene asuntos sin resolver a los que no se les presta atención (Ef 4:27). ¿Estoy yo claramente más dedicado a mi cónyuge que a todas las demás personas?
Reunión de Jóvenes sábados a las 6 pm Urb. Alvarez Thomas D-11