Es un hecho que cada uno(a) de ustedes, tarde o temprano, se casarán y formarán un nuevo hogar. Es necesario ir preparándose para ese momento "inevitable", y entender sus obligaciones hacia su cónyuge, para que después no haya "sorpresas". Así que, ¡alístense!
El mandamiento de Dios para el matrimonio es que dejemos a nuestros padres. “Dejar a nuestros padres” significa que nuestra relación con ellos llega a un nuevo nivel. De manera que, si esta es la primera elección que debemos hacer, ¿cómo debe cambiar nuestra relación con nuestros padres?
Nuestros padres se convierten en nuestros amigos, y a quienes honramos. Ya no son más la autoridad a quienes seguimos, sino amigos sabios a quienes consultamos en ocasiones. Esta es la esencia de una relación adulta con esos valiosos padres de la familia en
Nuestro esposo o esposa se convierte en el confidente más grande de nuestra vida. Todos nuestros planes, metas, esperanzas y miedos – toda nuestra vida ahora es compartida con nuestro compañero o compañera perfecta quien nos corresponde según el plan de Dios (1P 3:7a). Nunca debemos tener una actitud hacia nuestro esposo o esposa que refleje un deseo de cambiarlos para que sean más como a nuestros padres les gustaría que fueran
Nuestro colaborador es de quien obtenemos apoyo, aprobación, y más que todo, aceptación y afecto. Nuestros padres solían ser la base de todo lo que hacíamos, pero ahora nuestro compañero para la vida se convierte en ese amigo absoluto y complemento (1P 3:7b). Cualquier pecado de amargura produce malestar espiritual por mucho tiempo. (He 12:14-15).