Látigo en mano: Jesús echa gente del templo (Juan 2.13-25)

En estos tiempos, en los que la tolerancia y la aceptación se han instalado con tanta fuerza en nuestra cultura, la imagen de un Cristo que expresa con azotes su indignación contra otros resulta desagradable. Quizás es esto lo que lleva a muchos a tratar de esconder al Jesús que se sale completamente de los parámetros de lo que consideraríamos un comportamiento aceptable para un hijo de Dios.

Muchos intentan modear a este Cristo para que sea más parecido al Dios con el que se quieren asociar, un Señor que sostiene las mismas opiniones y convicciones que "ellos". Pero estas personas olvidan que caminar con Él no es una invitación a un paseo por un parque, sino a experimentar una verdadera revolución personal. Quien no evalúa cuidadosamente el costo de seguirle descubrirá que le esperan desagradables sorpresas por el camino.

Las estructuras religiosas que muchos han levantado parecieran limitar sus encuentros con Jesús a un mínimo aceptable para que no altere demasiado el curso de sus vidas. La institución religiosa en la que se ha convertido "la Iglesia" ofrece un Cristo amaestrado y previsible que no molesta ni desafía a nadie. Los espera en sus reuniones para darles lo que necesitan para seguir adelante con sus propios proyectos. Es inofensivo, precisamente porque es demasiado parecido a ellos. En lo más íntimo de su ser, sin embargo, muchos sospechan en esta "Iglesia" que este no es el Verbo hecho carne.

¿Será que algún día se abrirán a este otro Cristo, al Verdadero, el que echa con azotes a los mercaderes del templo?

"Dios en Sandalias", Christopher Shaw, Desarrollo Cristiano.
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