Durante el tiempo que un joven y una señorita estuvieron
saliendo, no tenían necesidad de nadie más. Pero él no tuvo que pensarlo dos
veces para dejar el estudio bíblico los miércoles por la noche, ya que esto
significaba pasar más tiempo junto a ella.
A ella, por su lado, ni se le ocurría pensar en lo poco que
hablaba con su hermana menor y con su mamá ahora que estaba saliendo con él. Sin
querer, ambos se habían desconectado de toda relación significativa.
Una cita amorosa, por definición propia, tiene que ver con
dos personas que están centradas la una en la otra. Lamentablemente, en la
mayoría de los casos el resto del mundo se desvanece en el fondo oscuro. Si en
alguna ocasión te has sentido como un tercero que no pertenece al grupo, al
salir con dos amigos que están de novios, sabes muy bien que lo que digo es
cierto.
Cuando permitimos que una relación opaque todas las otras,
hemos perdido toda perspectiva. Proverbios 15:22 dice: «Los pensamientos son
frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman».
Si las decisiones que tomamos respecto a la vida, están fundamentadas sólo en
la influencia de una sola relación, es muy probable que nuestras decisiones
sean deficientes.
Debido a que las citas amorosas tienen se centran en los
planes de la pareja; los asuntos de mayor importancia relativos al matrimonio,
la familia y la fe probablemente están en peligro.
En su libro titulado Pasión y pureza (Passion and Purity),
Elizabeth Elliot afirma: «A menos que un hombre esté completamente preparado
para pedirle a una mujer que sea su esposa, ¿qué derecho tiene él de reclamar
su atención en forma exclusiva? A menos que a ella le hayan pedido casarse
¿por qué razón una mujer sensata le ha de prometer a un hombre toda su
atención?» ¿Cuántas personas son las que, al terminar con una relación
romántica, se dan cuenta de que sus lazos de amistad con otras personas han
sufrido daños?
Cuando él y ella decidieron terminar con su relación, se
sorprendieron al encontrar que sus lazos de amistad con otros amigos estaban en
tan mal estado. Ninguno de ellos había invertido tiempo o esfuerzo en mantener
sus amistades, mientras se concentraban en su relación amorosa.
Toda la atención que a menudo se espera en las relaciones
amorosas, posee la habilidad de robarle a la gente la pasión por servir en la
iglesia y de aislarlos de aquellos amigos quienes más los aman, de los miembros
de su familia que son quienes los conocen mejor que nadie, y más triste aun, de
Dios mismo, cuya voluntad es más importante que cualquier interés romántico.
Joshua Harris.