Las trampas del diablo (I)

“para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11)

En nuestra batalla espiritual, Pablo explica que nuestro adversario tiene sus estrategias conocidas como asechanzas (Ef 4:14; 6:11) y artimañas (2Co 2:11). Asechanza es una estrategia que emplea engaños, fraudes y todo tipo de maldad. Su definición técnica es «el manejo de un tema de manera ordenada». Entonces, las asechanzas del diablo están bien organizadas, bien pensadas, y siempre con el fin de engañar y seducirnos a hacer el mal usando métodos clandestinos y perversos.

Artimaña tiene que ver con la intención del corazón. Pablo nos explica que es posible conocer cuál es el plan de batalla de Satanás y cuáles son sus intenciones. No debemos entrar en la pelea sin estar al tanto de la estrategia y de las intenciones de nuestro enemigo. La Biblia, nuestra fuente de información fidedigna, nos brinda riqueza de información sobre el enemigo para que estemos sobre aviso y alerta (1P 5:7–8) a fin de que no nos gane ventaja.

Veremos varias maneras en que el ser humano facilita su trabajo, y cómo Satanás gana ventaja sobre nosotros en la guerra espiritual. Primero veremos otras de sus actividades y malas obras.

Crear religiones falsas –idolatría
A la ciudad de Corinto se la reconocía como centro de libertinaje e idolatría. Estaba llena de templos paganos donde rendían culto a Afrodita, la diosa del sexo. Pablo escribe la carta de 1 Corintios con instrucciones sobre varias cuestiones, incluyendo la relación entre la idolatría y los demonios:

“Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios” (1Co 10:20).

Satanás ha estado presente desde el comienzo mismo de la primera religión falsa. La religión falsa es cualquier intento, por más sincero que sea, de llegar a Dios por esfuerzo propio. Lo advertimos en la historia de Caín y Abel. Caín intentó agradar a Dios por esfuerzo propio, mientras que Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que el de Caín, un sacrificio por la fe (He 11:4).

El designio del maligno es desviar el corazón humano de la adoración al verdadero Dios. A causa del pecado el hombre tiene un sentir innato de que existe una distancia entre él y Dios. El diablo se aprovecha de este hecho e insta al hombre a procurar cerrar la brecha con sus propias obras. El resultado es la idolatría. El diablo sabe que mientras que el ser humano rinda culto a otros dioses, no puede adorar al verdadero Dios. Cuando otra cosa toma el lugar de Dios en la vida, el corazón está dividido y el diablo está contento.

Para ser un objeto de adoración, un ídolo no tiene que ser, necesariamente, una estatua hecha de madera u otro material. Bien puede ser una religión (o creencias) que hace sentir bien a la persona o está de acuerdo con un estilo de vida anhelado. Incluso es posible colocar a un ser querido en el lugar reservado para Dios en la vida. De modo que un ídolo es cualquier persona, cosa, movimiento, adicción o ideología a que uno acude para recibir respuestas a las preguntas básicas de la vida: la paz, la felicidad, el sentido de la vida o mi valor como persona. En fin, es algo que toma el lugar de Dios en mi vida.

¿A qué apunta la acupuntura?

La acupuntura sigue ganando popularidad junto con otras prácticas médicas alternativas, es decir que no están de acuerdo necesariamente con la alopatía.

La acupuntura es una técnica por la cual el practicante inserta largas agujas en lugares específicos del cuerpo. Los acupunturistas creen que este proceso estimula (cuando son agujas de oro) o seda (cuando son agujas de plata) el flujo de energía del cuerpo y lo equilibra.

El sistema de acupuntura comenzó hace siglos en la China. Las creencias asociadas con la acupuntura vienen del taoísmo. Esa religión enseña que todo en el universo depende de CH’I-la energía vital.

CH’I (algunas veces escrito QI) se basa en la acción recíproca de yin y yang, según ellos, las fuerzas que fluctúan continuamente produciendo los ritmos del día y la noche; el verano y el invierno; la actividad y el descanso. Yin representa las fuerzas negativas, por ejemplo la noche, el invierno, la luna, la hembra y el descanso. Yang representa las fuerzas positivas, como por ejemplo el día, el verano, el sol, el macho y la actividad.

La teoría detrás de la acupuntura insiste en que la gente es una con el universo, que da energía al universo y recibe energía del universo. Ahora bien, se cree que yin y yang circulan en el cuerpo pasando de órgano a órgano a través de «meridianos», circuitos invisibles que son distintos de los sistemas corporales normales (el circulatorio, el nervioso y el linfático). El cuerpo (según ellos) mantiene el equilibrio entre yin y yang, descargando toda energía sobrante en puntos específicos en los meridianos donde éstos pasan cerca de la piel, y trasladando tal energía a los lugares deficientes.

Los acupunturistas creen que las enfermedades suceden cuando el flujo de la energía se desvía y queda fuera de equilibrio. De manera que se introducen las agujas en uno o más puntos para estimular la energía.

Uno de los médicos que practica esto dijo que le fue posible curar, o al menos aliviar, el sufrimiento de un número impresionante de enfermedades, algo que no hubiera sido posible utilizando los métodos tradicionales de la medicina moderna.

¿Existen explicaciones científicas del por qué del éxito de este tratamiento en algunos casos? De acuerdo a los chinos, la CH’I es una fuerza espiritual y no pertenece al mundo físico, por tal motivo (dicen ellos) no hay ni hace falta buscar argumentos que expliquen científicamente la acupuntura.

Si existe tal fuerza, el verdadero Dios de la Biblia no ha dado al hombre el poder de controlarla. Es por eso que la creencia en tal poder se iguala a la idolatría (Dt 11:16; 1Co 10:14; 1Jn 5:21), o peor todavía, es en realidad involucrarse en el mundo del ocultismo.

Sin embargo, no debemos descontar la posibilidad de que la acupuntura tenga éxito, pero no por la explicación ya mencionada sino por una que se podría comprobar con la ciencia moderna pero hasta el momento los científicos no la han descubierto. Hasta el momento no existe una explicación que satisfaga científicamente. Abundan teorías de por qué funciona en ciertos casos. La más factible hasta el momento explica que la acupuntura estimula el cuerpo a producir endorfinas –sustancias químicas naturales en el cerebro y en la medula espinal que son similares a la morfina y la heroína.

Queda una pregunta importante: ¿Es posible divorciar la acupuntura de su trasfondo taoísta? Teóricamente sí. Pero la gran mayoría de los otros practicantes de acupuntura están involucrados en religiones orientales o directamente en el ocultismo.

Otro motivo por el que debemos abandonar este tratamiento después de recibir al Señor, tiene que ver con el hecho de que la acupuntura funciona mejor cuando el paciente vacía su mente de todo pensamiento. Sabemos que esto es peligroso.

Se necesita mucha sabiduría y por ello creemos que es mantenerse alejado de este tratamiento si el acupuntor cree en el CH’I, tiene una explicación taoísta de sus beneficios, o desea que el paciente vacíe la mente antes de recibir el tratamiento. La persona que se somete a un practicante de acupuntura, que pretenda manipular las energías del cuerpo, se está sometiendo a un ídolo.

¿En qué se diferencia la meditación bíblica de la meditación oriental?

Mis queridos hermanos, huyan de la idolatría... cuando ellos ofrecen sacrificios, lo hacen para los demonios, no para Dios, y no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios. No pueden beber de la copa del Señor y también de la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del Señor y también de la mesa de los demonios (1 Corintios 10:14, 20–21).

La Meditación Trascendental
(M.T.) es una secta de la antigua religión hindú de la India. El hinduismo es producto de la mente oriental y por lo tanto no apela al mundo occidental. Por esta razón se tuvo que presentar en una nueva forma, para que tuviera aceptación en esta parte del mundo. El nuevo nombre es precisamente, «Meditación Trascendental».

Muchos han insistido en que la Meditación Trascendental no es una religión sino una ciencia, y que es de gran beneficio para el hombre. Pero la realidad es que se trata de una rama del hinduismo.

La M.T. se hizo famosa repentinamente por la influencia de Maharishi Mahesh Yogi en 1966, cuando los famosos «Beatles» de Inglaterra empezaron a seguirlo y a meditar. Luego, otros actores y deportistas famosos imitaron a los Beatles siguiendo a Maharishi, y de esta manera la Meditación Trascendental atrajo a gente de todo el mundo.

En la filosofía oriental (basada en religiones orientales) existen contradicciones porque no es como la filosofía bíblica, que muestra lo correcto y lo incorrecto. Conociendo la diferencia entre estas filosofías, la Meditación Trascendental no pide que el hombre medite en el nombre de Dios, sino en los «beneficios» que eventualmente ha de recibir: dormir bien por la noche, estar más despierto y sensible durante el día, gozar de un mundo mejor y estar en paz con el ser interior. Un mundo progresista y en busca de resultados puede concebir y aceptar esta apelación, pero la M.T. sigue siendo una secta del hinduismo que a pesar de la nueva presentación no cambia su esencia.

La M.T. contiene dos elementos básicos: 1) Despertar la sensibilidad del hombre a lo «superior» (trascendental). 2) Acercar al ser humano a lo trascendental, obteniendo así (supuestamente) el conocimiento de un ser superior.

Se alega que con 40 minutos diarios de práctica, la persona puede vivir con paz en su ser. Hay muchos adeptos que alaban la M.T. porque les ha dado cierta bienaventuranza (felicidad); hay otros que no han recibido absolutamente nada, y hay otros más a quienes esta filosofía los ha dañado.

El peligro más grande de la M.T. (aparte de que es idolatría, Éx. 20:3) es la posible apertura al mundo de los demonios, y por ende al engaño. Se enseña a repetir ciertos nombres de dioses durante la meditación; la meta es abrirse y extender el estado de lo consciente a un ser superior. Cuando una persona se «abre», ya con la mente vacía, es terreno fértil para Satanás (1 P. 5:8).

El cristiano y la Meditación Trascendental no tienen nada en común, y el creyente debe huir de la idolatría (1 Co. 10:14) y debe resistir al diablo (Stg. 4:7). Pero ¿esto acaso quiere decir que el cristiano nunca debe meditar? Para dar una respuesta apropiada a la pregunta sobre la meditación, debemos considerar dos aspectos claves. En primer lugar, ¿es bíblica la meditación? En segundo lugar, si es bíblica, ¿en qué se diferencia de la meditación popular que tiene su origen en las religiones orientales modernas?

La primera mención de meditación se halla en el primer libro de la Biblia, donde leemos que había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde (Gn. 24:63). Más adelante Dios habló a Josué y dijo: Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche... (Jos. 1:8). David y los demás escritores de los Salmos fueron quienes hicieron más alusiones a la meditación; el salmista declara: Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos (Sal. 119:99; véase también Sal. 1:2; 19:14; 63:6; 77:12; 119:48, 78,148). Por lo tanto llegamos a la conclusión de que la meditación es en realidad básica y necesaria, siempre y cuando se base en las Escrituras mismas.

¿Cuál es la diferencia entre la meditación cristiana y las formas de meditación oriental? Las diferencias principales estriban en el contenido (como ya hemos visto) y en el propósito de la meditación. Todas las formas orientales hacen hincapié en la necesidad de apartarse del mundo; hacen énfasis en la pérdida de la personalidad y la individualidad, y en la fusión con la «mente universal». La meditación oriental es sólo un intento de vaciar la mente en tanto que la meditación cristiana es un intento de vaciar la mente de todas las cosas extrañas para entonces llenarla de Dios y de su Palabra.

Los Salmos nos hablan del objeto de nuestra meditación: ...en la ley del SEÑOR se deleita, y día y noche medita en ella (Sal. 1:2). Pienso en ti toda la noche (Sal. 63:6). Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas (Sal. 77:12). En tus preceptos medito... (Sal. 119:15). La meditación bíblica se debe realizar con el corazón y también con la mente: Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia (Sal. 49:3).

Es preciso que a veces el cristiano haga un alto en su agitada vida para meditar en las obras de Dios, en su Palabra y en sus mandamientos.

Una meditación vacía o una meditación que incluya la repetición de nombres de dioses falsos, hace que una persona esté abierta al mundo de Satanás. Por consiguiente, la meditación extrabíblica es verdaderamente peligrosa. Pero la meditación en Dios y su Palabra es esencial.

¿Es hipnotismo una puerta para Satanás?

«La hipnosis es una condición intensificada de trance y sugestión, condición que se induce en forma deliberada y produce un estado de conciencia sumamente flexible capaz de manipulación extrema

Nuestra posición en cuanto al hipnotismo es que el cristiano no debe practicarlo. El hipnotismo es semejante a la meditación trascendental y al yoga, donde una persona entrega la voluntad abriéndose al mundo de los espíritus.

Por medio del hipnotismo, la persona entrega la voluntad a terceros, mientras que la Biblia dice que debemos entregarnos al Dios vivo (Ro. 12:1–2) y ser controlados por el Espíritu Santo (Ef. 5:18). Es imposible ser controlado por el Espíritu Santo en una condición hipnótica. Por lo tanto, está totalmente fuera de lugar el hipnotismo para el cristiano.

El término hipnotismo deriva de la palabra griega jupnos o «sueño». Hasta la última parte del siglo 19 se consideraba parte del léxico del ocultismo. Incluso, quienes practicaban el hipnotismo durante la Edad Media fueron considerados brujos. Tradicionalmente los cristianos lo han visto como algo satánico.

Sin embargo, hoy día no es extraño hallar consejeros cristianos que emplean el hipnotismo como parte de sus terapias para ayudar a clientes que sufren. Veremos cuatro motivos por los cuales algunos acuden al hipnotismo.

1) Entretenimiento. El famoso investigador Dr. James Randi ha descubierto que durante los shows varias personas han simulado los trances y simplemente han cedido a la palabra del hipnotizador a pesar de la vergüenza que les cause. En otros casos las barbaridades que las personas hacen bajo la sugerencia del hipnotizador son muy reales.

Sin embargo, según varios expertos no es cierto que no haya efectos posteriores. Varias personas han sido dañadas después de un trance hipnótico. El famoso escritor alemán Kurt Koch hace años exclamó: «He oído sobre tantos efectos adversos de la hipnosis, que estoy en contra».

2) Obtener información. Durante años los psicólogos y hasta la policía han confiado en el hipnotismo a fin de resucitar memorias perdidas por un trauma u otros motivos. Sin embargo, esta práctica ha generado mucha controversia en los últimos 10 años porque se ha descubierto que bajo el hipnotismo mucha gente «recuerda» cosas que nunca ocurrieron. En vez de ser una ayuda, ha llegado a ser una espina.

Lo que sucede, según los eruditos, es que bajo el hipnotismo, el mismo hipnotizador puede crear memorias. Sin entrar en la controversia que rodea el tema de las memorias represivas, conviene prestar oídos a lo que dice un estudioso: «Cuando sabemos que ha tenido lugar un evento traumático, descubrimos que las víctimas no reprimen sus experiencias traumáticas. Más bien, sienten que están plagados de recuerdos recurrentes de la trama...» Dicho de otra manera, no hay nada para escarbar. Además, de acuerdo a Juan 14:26 y 16:13–14 traer cosas a la memoria es obra del Espíritu Santo. Si no lo hace, es probable que tal recuerdo no sea necesario para efectuar el cambio deseado.

3) Efectuar cambios positivos en la vida de gente con problemas. El hipnotismo ha sido usado para superar una adicción, cambiar hábitos, sobrevivir un dolor, echar fuera temores, cambiar gustos o mejorar la vida sexual. El problema es que el sistema emplea el engaño para efectuar los cambios. La Biblia advierte: Tengan cuidado que nadie los engañe (Mt. 24:4); No se engañen (Gá. 6:7); No se dejen engañar de ninguna manera (2 Ts. 2:3) y Que nadie se engañe (1 Co. 3:18).

Para el cristiano el fin nunca justifica los medios. Dios nos ha dado las Escrituras para efectuar cambios (2 Ti. 3:16–17). El proceso de la santificación se lleva a cabo al quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, y... ser renovados en la actitud de su mente... ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios (Ef. 4:17–32), es decir por medio de una disciplina bíblica (Tit. 2:11–12). A través de este proceso el creyente aprende a confiar en Cristo, a obedecer la Biblia, a poner en práctica las lecciones que va aprendiendo, como el apóstol Pablo resume: más bien, ejercítate en la piedad (1 Ti. 4:7).

4) Relajarse. Finalmente muchos emplean el hipnotismo como una anestesia, es decir para entrar en otro estado consciente a fin de relajarse u olvidar. Es cierto que el Señor desea que descansemos, pero descansar es una decisión tomada en un estado consciente para descansar en la gracia y protección de Dios (Mt. 11:28; Fil. 4:6–8). Olvidar también es una decisión tomada por la voluntad humana (Fil. 3:13–14).

El hipnotismo ¿forma parte del ocultismo? ¿Existe la posibilidad de abrirse al mundo de los espíritus sometiéndose a un trance? La Palabra de Dios no menciona el hipnotismo tal cual como lo conocemos hoy día, puesto que su origen se debe a Franz Mesmer en 1700. Sin embargo, la Biblia estipula: Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos (Dt. 18:10–11). El hipnotismo ha sido el instrumento para facilitar varias de las prácticas aquí mencionadas. Es notable que misioneros que ministran en tribus paganas han notado la similitud entre los trances de los ritos religiosos paganos con el hipnotismo. Una cosa es segura, la decepción está en su apogeo cuando hay un estado alterado de conciencia.

Sin duda habrá problemas cuando se une el hipnotismo con otras prácticas netamente satánicas como la ouija, la práctica de hipnosis regresiva o cualquier intento de hacer contacto con el mundo oculto.

Concluimos que el hipnotismo, por los motivos explicados más arriba, no es conveniente para el creyente.

Consejos prácticos para todo cristiano a fin de no doblegarse ante la presión del mundo

(a) Nunca subestime la importancia de la relación física con su esposa. Tenga usted 20 años ó 50, recuerde que la Biblia nos dice textualmente: «Alégrate con la mujer de tu juventud» (Pr. 5:18). En el siguiente versículo, el texto dice claramente «... sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre». Es imposible mantener una relación sana con Dios y no estar bien con su esposa.

(b) No trabaje hasta el punto de estar exhausto. Si el fútbol fuese nuestra ilustración, seríamos el jugador que juega en todas las posiciones: de golero a centro-delantero. Hay cierto sentimiento de «imprescindibilidad» que nos mueve, quizá por causa del sentido de urgencia ministerial. Sea cual fuere el motivo, el cansancio físico nos deja emocionalmente carentes.

(c) Tenga sumo cuidado con el tipo de cosas que permite entrar en su mente. Lo que entra en su mente, va a acabar saliendo: ¿Cuántas horas por día usted pasa frente al televisor? ¿Y los videos, ya tan comunes en los hogares? ¿Se deja atraer por literatura sexual explícita? Debemos ser sinceros y reconocer que nuestro viejo hombre está pronto a «resucitar» al menor incentivo que haya. Trate de terminar su día con la Palabra, en oración. Comience su día con la Palabra, en oración. Es maravilloso el resultado que eso produce en nuestra mente: ella queda más alerta ante los peligros, el Espíritu de Dios consigue nuestra atención con mayor facilidad, y pasamos nuestros días en el verdadero regocijo del Señor. No olvide la advertencia de Proverbios 4:23: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.

(d) Asuma una posición de compromiso con Dios. Es increíble que Daniel haya tenido entre 14 y 16 años cuando «propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía» (Dn 1:8). Todos conocemos el ejemplo de vida que fue Daniel. En Esd. 7:10 leemos que Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de JEHOVÁ y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos. Fue otro ejemplo de un hombre íntegro.

(e) Asóciese a un grupo donde pueda «rendir cuentas». No nos gusta contar nuestras cosas íntimas, pero si cada uno de nosotros tuviera 2 ó 3 hermanos comprometidos con el Señor que quisieran incentivarse mutuamente, eso puede ser de ayuda inestimable para mantenerse puro. Es mejor reunirse periódicamente (semanal o quincenalmente). Adopten preguntas francas y honestas, como por ejemplo: ¿Has pasado tiempo en la Palabra y en oración? ¿Tuviste alguna actitud de codicia o de flirteo? ¿Estuviste expuesto a material sexualmente explícito, que no glorifica a Dios? ¿Te mantuviste irreprensible en asuntos financieros? ¿Permitiste que alguna circunstancia en tu vida te robara la alegría del Señor?

(f) No se contente con nada menos que una vida llena del Espíritu. Cuanto más tiempo pasemos con el Señor, más habremos de querer agradarle. Y cuanto más tratemos y no lo logremos por nuestras propias fuerzas, más seremos incentivados –por Él mismo– a buscar el control completo del Espíritu Santo.

Obreros para la mies

Entonces dijo a sus discípulos: «A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies». Mateo 9.37–38

Levantar nuevos obreros es uno de los grandes desafíos que nos presenta la tarea pastoral. La formación de líderes en nuestras congregaciones asegura que la obra continuará aun cuando no estemos personalmente presentes para realizarla. Además, los obreros que formarán parte de nuestro equipo serán indispensables para distribuir correctamente la carga de trabajo. De esta manera nos aseguramos que ninguna persona sufra un desgaste anormal por el peso de la obra. La formación de obreros requiere, por lo tanto, actitudes de seriedad y responsabilidad.

En el texto del Evangelio de Juan, Cristo le dijo a los discípulos: «Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega» (4.35). Este pequeño movimiento, de alzar los ojos, es el principio del proceso de formación de obreros. Cuando caminamos mirando hacia el piso es porque estamos inmersos en nuestro propio mundo. La realidad a nuestro alrededor no entra dentro de nuestra perspectiva. No la percibimos, y al no percibirla no podemos tomar conciencia de su existencia. Al levantar los ojos reconocemos todo un mundo a nuestro alrededor, habitado por individuos como nosotros, con sus problemas, sus luchas, sus dificultades y sus frustraciones. Cada uno de ellos ha sido creado para una relación exclusiva con el Padre. Al verlos, debemos sentir en nuestro espíritu la angustia de Cristo, que los veía como ovejas sin pastor.

La dimensión de la obra también se manifiesta con esta mirada a nuestro alrededor. Cristo le señalaba a sus discípulos los campos, no un pequeño jardín. La tierra se extendía delante de ellos, sembrada y lista para la cosecha. Una sola persona no iba a poder cosechar toda esa extensión de campo. Se requeriría de la ayuda de muchas manos para poder hacer la obra. De igual forma, es bueno que los que estamos sirviendo en la casa del Señor nos sintamos abrumados por la inmensidad de la labor que tenemos por delante. Existen demasiados pastores que están convencidos de que ellos solos pueden llevar adelante toda la carga sin la ayuda de nadie. Esta actitud de suficiencia es contraproducente para la iglesia, pues no deja de ser más que una fantasía. Ningún hombre puede cosechar solo todo el campo.

El ver la inmensidad de la obra no debe conducirnos a un desesperado intento por realizar la obra, sino a caer de rodillas. Jesús le decía a los discípulos que su primera responsabilidad era apelar al dueño de los campos. Hemos intentado sustituir esta sagrada labor apelando, por medio de la culpa, a las personas que son parte de nuestras congregaciones. No obstante, Dios es el que tiene que movilizar a su pueblo. Haríamos bien en hablarle menos a la gente y hablarle más al Padre. ¡De seguro habría más obreros en su casa si nosotros dedicáramos más tiempo a la oración!

La tarea del escudero

“Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él” (17:41).

Se define temeridad como “atrevimiento imprudente” y temerario como “demasiado atrevido”. Una persona temeraria a nada le tiene miedo. Ni la estatura del gigante, ni su voz, ni su escudero, hicieron impresión en el corazón del ungido.

Aunque el gigante andaba y se acercaba, David también andaba y se le acercaba. Goliat venía acompañado de “su escudero”. Este escudero nada podía hacer por el gigante, pero lo ayudaba. Si el diablo sabe dar ayudantes, mucho más los siervos de Dios deben tener personas que sean sus escuderos espirituales.

Un “escudero” debe honrar siempre a su líder. Su misión y función es resaltar su autoridad. En público o en privado hablará bien del líder. No permitirá que alguien ensucie el buen nombre de su líder.

Un “escudero” debe cuidar lo mejor posible a su líder. Espiritualmente el escudero aconseja y protege a su autoridad espiritual. Si sabe que alguna acción que haga su líder le puede perjudicar, le llama la atención con amor y respeto. No deja que nadie toque al líder para hacerle daño.

Un “escudero” debe caminar delante de su líder para avisarle de cualquier peligro. Para cuidarlo en el camino. No lo deja solo, sino que lo acompaña.

Un “escudero” debe ayudar a llevar las cargas de su líder. Esta posición no es de lujo espiritual, sino de servicio espiritual. Los líderes necesitan a alguien que los ayude a cargar muchas cosas.

Un “escudero” debe apoyar la visión de su líder y lo debe animar a moverse en esa visión. Le demostrará su respaldo. Y en lo que el líder requiera, estará a su lado.

Al ungido ni Goliat ni su escudero lo atemorizaron. Es un temerario espiritual. Goliat tenía un escudero visible, David lo tenía invisible.

Dios, el obrero diligente (Filipenses 2.12-13)

En este pasaje, Pablo destaca un par de aspectos. En primer lugar, les dice a sus lectores que Dios está trabajando en su interior. En segundo lugar les dice que ese trabajo se está llevando a cabo ahora mismo. El verbo está conjugado en el tiempo presente. Está sucediendo ahora.

Quizás no percibas que algo está ocurriendo en tu interior. La mayor parte del tiempo no sentimos nada diferente. Pareciera que Dios no está en acción todo el tiempo. Si no estás familiarizado con los caminos de Dios, te resultará difícil reconocer Su mano en la obra.


Y el cambio de la persona interna resulta en una serie de cambios en el estilo de vida de la persona externa. Esa es la forma en que Dios actúa. Durante cada minuto del día él está trabajando en nuestras vidas.

Dios, el inversionista consumado

La ocupación principal de Dios es prepararnos para el mundo que vendrá. El enfoque de lo que Dios está haciendo en tu vida ocurre dentro de ti, no alrededor de ti. Y esto es así por una buena razón.

Dios es un buen inversionista. Él no desperdiciará su inversión en un cuerpo o en un mundo destinado a perecer. Sin embargo, los cristianos viramos todo esto al revés. Gastamos nuestro tiempo, energía y recursos en la persona externa y no percibimos a Dios. Considera esto. La mayor parte de nuestras oraciones tienen que ver con bienestar, salud, riqueza o vida social. Cuando experimentamos un revés o nos sentimos impacientes, decimos: "Dios, ¿en dónde estás?".

Al mismo tiempo, dejamos de orar por las cosas que nos beneficiarán por la eternidad. Si Dios respondiera todas nuestras oraciones, nuestro carácter sufriría. En la mayoría de los casos nuestras oraciones se centran en eliminar precisamente las circunstancias que él utiliza para conformarnos a su imagen.

La pregunta que debemos hacernos no es “¿Por qué Dios no hace algo?”, sino “¿qué está haciendo Dios y cómo puedo involucrarme en eso?”. Si la preocupación primaria de Dios es nuestro carácter, eso debe darnos una buena idea acerca de dónde colocar nuestro enfoque.

La tarea principal de Dios

Le dedicamos lo mejor de nuestro tiempo al mundo externo. Por desgracia, esto nos deja poco o ningún tiempo para enfocarnos en nuestra persona interna. Y la tragedia es que mientras permitimos que el mundo externo dicte nuestras actividades, nos estamos perdiendo lo que Dios quiere hacer.

Las personas que separan las áreas de su vida le entregan a Dios cierta porción de esta, pero mantienen el control del resto. Cuando se trata de los deberes religiosos, ellas cumplen su parte, como asistir a la iglesia, pero no logran asumir un papel activo para conformar toda su vida a la imagen de Cristo.


En la mayoría de los casos, las personas que aíslan los aspectos de su vida en compartimientos, lo hacen automáticamente. Como en sus circunstancias no pueden ver ninguna evidencia de la presencia de Dios, presumen que Él no está ahí. ¿Por qué? Porque están buscando en el lugar equivocado.


Encaremos esto, es mucho más fácil enfocarse en la carrera, la familia y los amigos. Por lo menos, ¡uno puede ver cómo funciona todo eso! Puede ver si hay progreso o si hay algún detalle que necesita atención especial. Pero la vida real se inicia en el interior. Y cada día, si tú eres creyente, Dios está ahí empujando, halando, trabajando para crear algo maravilloso de adentro para afuera.


La ocupación principal de Dios es prepararnos para el mundo que vendrá. El enfoque de lo que Dios está haciendo en tu vida ocurre dentro de ti, no alrededor de ti.

El compromiso en cuanto al carácter

Las instrucciones que Dios nos ha dado son esenciales para nuestra sobrevivencia. Sin las virtudes piadosas, causamos un daño inmediato a cuatro relaciones básicas. Sin integridad, rápidamente nos destruimos los unos a los otros.

Sin carácter, infligimos males a nuestra comunidad. Con tan solo adherirnos a la creencia de una norma absoluta del bien y del mal, podemos comenzar a revertir la invasión sutil del conflicto en nuestras relaciones. Si simplemente nos comprometemos a hacer lo correcto sin importar el costo personal, nuestras relaciones prosperarán.

LA PROMESA DEL CARÁCTER
Características de la persona que decide mostrar carácter, según el Salmo 15...
- Su conducta es intachable

- Hace lo correcto

- Dice la verdad

- No calumnia

- No trata mal a las personas

- Está con quienes hacen lo correcto

- Cumple su palabra

- No se aprovechan de las personas para obtener ganancias económicas

El carácter y nuestra relación con la comunidad

Existe un efecto expansivo en todas las relaciones dentro de nuestra comunidad. Para que nuestras comunidades sean funcionales, los individuos que las conforman deben ser funcionales. El carácter piadoso no solo debe estar presente, sino que también debe ser predominante. Esta es la norma básica del principio del dominio propio.

El principio del dominio propio se basa en la premisa de que cuando una persona o entidad no puede gobernarse a sí misma internamente, en un momento dado la gobernarán las fuerzas externas (un padre que castiga a su hijo, un policía que apresa a un joven, un pueblo que se rebela contra sus autoridades). Sin importar el tamaño o el tipo de comunidad, la clave de su éxito es el carácter de sus individuos.

Los dos frentes en los que regularmente vemos la aplicación de este principio son el hogar y la iglesia local. Las deficiencias del carácter son el núcleo de cada hogar dividido o cada iglesia dividida.

Los hombres y las mujeres que buscan el carácter saben que el conflicto es simplemente otra oportunidad, por lo que se enfrentan a él desde esa perspectiva. A su juicio, siempre hay una opción en la que ambas partes ganan, si es que estas le dan prioridad al requisito de hacer lo correcto.

El carácter y nuestra relación con los demás

Esta categoría incluye desde el cónyuge y los miembros de nuestra familia hasta los socios de negocios y los desconocidos que vemos en la calle. Pero la fuente de casi todos los conflictos interrelacionales son las expectativas insatisfechas.

Podemos aceptar la noción general de que el mundo está lleno de maldad. Pero de alguna manera, nunca dejamos de sorprendernos cuando alguien nos trata injustamente. Pensamos que merecemos un mejor trato. ¿Y por qué?
- Porque mostramos un poco de carácter, esperamos un mejor trato.
- Porque recibimos un buen trato en el pasado, esperamos un mejor trato.
- Porque nos dijeron o prometieron algo, esperamos un mejor trato.
- No construyas artículos de porcelana en una tienda para toros.

El carácter no se trata solamente de someterse a las normas de Dios del bien y del mal; también significa entregarle a Dios nuestras expectativas de los demás. No estamos dispuestos a sufrir el precio personal si este concluye que los demás nos hagan daño. Pero si no aplicamos la gracia de Dios a aquellos que nos hacen mal, no cumplimos con su norma. El carácter tiene que ver con amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, aunque no nos correspondan de igual manera.

Entonces el maltrato de los demás pasa a ser una oportunidad para demostrar el carácter. Te será más fácil resistirte a la urgencia de alejarte de quienes te hieren. Incluso, te será más fácil resistirte a la venganza.

Si genuinamente confiáramos en Dios para que hiciera justicia cuando los demás nos tratan mal, no gastaríamos nuestra energía emocional en pensamientos vengativos. Si dependiéramos de Dios para satisfacer nuestras necesidades, no nos decepcionaríamos cuando los demás nos fallan.
Reunión de Jóvenes sábados a las 6 pm Urb. Alvarez Thomas D-11