Esta categoría incluye desde el cónyuge y los miembros de nuestra familia hasta los socios de negocios y los desconocidos que vemos en la calle. Perola fuente de casi todos los conflictos interrelacionales son las expectativas insatisfechas.
Podemos aceptar la noción general de que el mundo está lleno de maldad. Pero de alguna manera, nunca dejamos de sorprendernos cuando alguien nos trata injustamente. Pensamos que merecemos un mejor trato. ¿Y por qué?
- Porque mostramos un poco de carácter, esperamos un mejor trato.
- Porque recibimos un buen trato en el pasado, esperamos un mejor trato.
- Porque nos dijeron o prometieron algo, esperamos un mejor trato.
- No construyas artículos de porcelana en una tienda para toros.
El carácter no se trata solamente de someterse a las normas de Dios del bien y del mal; también significa entregarle a Dios nuestras expectativas de los demás. No estamos dispuestos a sufrir el precio personal si este concluye que los demás nos hagan daño. Pero si no aplicamos la gracia de Dios a aquellos que nos hacen mal, no cumplimos con su norma. El carácter tiene que ver con amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, aunque no nos correspondan de igual manera.
Entonces el maltrato de los demás pasa a ser una oportunidad para demostrar el carácter. Te será más fácil resistirte a la urgencia de alejarte de quienes te hieren. Incluso, te será más fácil resistirte a la venganza.
Si genuinamente confiáramos en Dios para que hiciera justicia cuando los demás nos tratan mal, no gastaríamos nuestra energía emocional en pensamientos vengativos. Si dependiéramos de Dios para satisfacer nuestras necesidades, no nos decepcionaríamos cuando los demás nos fallan.