«La hipnosis es una condición intensificada de trance y sugestión, condición que se induce en forma deliberada y produce un estado de conciencia sumamente flexible capaz de manipulación extrema.»
Nuestra posición en cuanto al hipnotismo es que el cristiano no debe practicarlo. El hipnotismo es semejante a la meditación trascendental y al yoga, donde una persona entrega la voluntad abriéndose al mundo de los espíritus.
Por medio del hipnotismo, la persona entrega la voluntad a terceros, mientras que la Biblia dice que debemos entregarnos al Dios vivo (Ro. 12:1–2) y ser controlados por el Espíritu Santo (Ef. 5:18). Es imposible ser controlado por el Espíritu Santo en una condición hipnótica. Por lo tanto, está totalmente fuera de lugar el hipnotismo para el cristiano.
El término hipnotismo deriva de la palabra griega jupnos o «sueño». Hasta la última parte del siglo 19 se consideraba parte del léxico del ocultismo. Incluso, quienes practicaban el hipnotismo durante la Edad Media fueron considerados brujos. Tradicionalmente los cristianos lo han visto como algo satánico.
Sin embargo, hoy día no es extraño hallar consejeros cristianos que emplean el hipnotismo como parte de sus terapias para ayudar a clientes que sufren. Veremos cuatro motivos por los cuales algunos acuden al hipnotismo.
1) Entretenimiento. El famoso investigador Dr. James Randi ha descubierto que durante los shows varias personas han simulado los trances y simplemente han cedido a la palabra del hipnotizador a pesar de la vergüenza que les cause. En otros casos las barbaridades que las personas hacen bajo la sugerencia del hipnotizador son muy reales.
Sin embargo, según varios expertos no es cierto que no haya efectos posteriores. Varias personas han sido dañadas después de un trance hipnótico. El famoso escritor alemán Kurt Koch hace años exclamó: «He oído sobre tantos efectos adversos de la hipnosis, que estoy en contra».
2) Obtener información. Durante años los psicólogos y hasta la policía han confiado en el hipnotismo a fin de resucitar memorias perdidas por un trauma u otros motivos. Sin embargo, esta práctica ha generado mucha controversia en los últimos 10 años porque se ha descubierto que bajo el hipnotismo mucha gente «recuerda» cosas que nunca ocurrieron. En vez de ser una ayuda, ha llegado a ser una espina.
Lo que sucede, según los eruditos, es que bajo el hipnotismo, el mismo hipnotizador puede crear memorias. Sin entrar en la controversia que rodea el tema de las memorias represivas, conviene prestar oídos a lo que dice un estudioso: «Cuando sabemos que ha tenido lugar un evento traumático, descubrimos que las víctimas no reprimen sus experiencias traumáticas. Más bien, sienten que están plagados de recuerdos recurrentes de la trama...» Dicho de otra manera, no hay nada para escarbar. Además, de acuerdo a Juan 14:26 y 16:13–14 traer cosas a la memoria es obra del Espíritu Santo. Si no lo hace, es probable que tal recuerdo no sea necesario para efectuar el cambio deseado.
3) Efectuar cambios positivos en la vida de gente con problemas. El hipnotismo ha sido usado para superar una adicción, cambiar hábitos, sobrevivir un dolor, echar fuera temores, cambiar gustos o mejorar la vida sexual. El problema es que el sistema emplea el engaño para efectuar los cambios. La Biblia advierte: Tengan cuidado que nadie los engañe (Mt. 24:4); No se engañen (Gá. 6:7); No se dejen engañar de ninguna manera (2 Ts. 2:3) y Que nadie se engañe (1 Co. 3:18).
Para el cristiano el fin nunca justifica los medios. Dios nos ha dado las Escrituras para efectuar cambios (2 Ti. 3:16–17). El proceso de la santificación se lleva a cabo al quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, y... ser renovados en la actitud de su mente... ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios (Ef. 4:17–32), es decir por medio de una disciplina bíblica (Tit. 2:11–12). A través de este proceso el creyente aprende a confiar en Cristo, a obedecer la Biblia, a poner en práctica las lecciones que va aprendiendo, como el apóstol Pablo resume: más bien, ejercítate en la piedad (1 Ti. 4:7).
4) Relajarse. Finalmente muchos emplean el hipnotismo como una anestesia, es decir para entrar en otro estado consciente a fin de relajarse u olvidar. Es cierto que el Señor desea que descansemos, pero descansar es una decisión tomada en un estado consciente para descansar en la gracia y protección de Dios (Mt. 11:28; Fil. 4:6–8). Olvidar también es una decisión tomada por la voluntad humana (Fil. 3:13–14).
El hipnotismo ¿forma parte del ocultismo? ¿Existe la posibilidad de abrirse al mundo de los espíritus sometiéndose a un trance? La Palabra de Dios no menciona el hipnotismo tal cual como lo conocemos hoy día, puesto que su origen se debe a Franz Mesmer en 1700. Sin embargo, la Biblia estipula: Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos (Dt. 18:10–11). El hipnotismo ha sido el instrumento para facilitar varias de las prácticas aquí mencionadas. Es notable que misioneros que ministran en tribus paganas han notado la similitud entre los trances de los ritos religiosos paganos con el hipnotismo. Una cosa es segura, la decepción está en su apogeo cuando hay un estado alterado de conciencia.
Sin duda habrá problemas cuando se une el hipnotismo con otras prácticas netamente satánicas como la ouija, la práctica de hipnosis regresiva o cualquier intento de hacer contacto con el mundo oculto.
Concluimos que el hipnotismo, por los motivos explicados más arriba, no es conveniente para el creyente.