¿En qué se diferencia la meditación bíblica de la meditación oriental?

Mis queridos hermanos, huyan de la idolatría... cuando ellos ofrecen sacrificios, lo hacen para los demonios, no para Dios, y no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios. No pueden beber de la copa del Señor y también de la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del Señor y también de la mesa de los demonios (1 Corintios 10:14, 20–21).

La Meditación Trascendental
(M.T.) es una secta de la antigua religión hindú de la India. El hinduismo es producto de la mente oriental y por lo tanto no apela al mundo occidental. Por esta razón se tuvo que presentar en una nueva forma, para que tuviera aceptación en esta parte del mundo. El nuevo nombre es precisamente, «Meditación Trascendental».

Muchos han insistido en que la Meditación Trascendental no es una religión sino una ciencia, y que es de gran beneficio para el hombre. Pero la realidad es que se trata de una rama del hinduismo.

La M.T. se hizo famosa repentinamente por la influencia de Maharishi Mahesh Yogi en 1966, cuando los famosos «Beatles» de Inglaterra empezaron a seguirlo y a meditar. Luego, otros actores y deportistas famosos imitaron a los Beatles siguiendo a Maharishi, y de esta manera la Meditación Trascendental atrajo a gente de todo el mundo.

En la filosofía oriental (basada en religiones orientales) existen contradicciones porque no es como la filosofía bíblica, que muestra lo correcto y lo incorrecto. Conociendo la diferencia entre estas filosofías, la Meditación Trascendental no pide que el hombre medite en el nombre de Dios, sino en los «beneficios» que eventualmente ha de recibir: dormir bien por la noche, estar más despierto y sensible durante el día, gozar de un mundo mejor y estar en paz con el ser interior. Un mundo progresista y en busca de resultados puede concebir y aceptar esta apelación, pero la M.T. sigue siendo una secta del hinduismo que a pesar de la nueva presentación no cambia su esencia.

La M.T. contiene dos elementos básicos: 1) Despertar la sensibilidad del hombre a lo «superior» (trascendental). 2) Acercar al ser humano a lo trascendental, obteniendo así (supuestamente) el conocimiento de un ser superior.

Se alega que con 40 minutos diarios de práctica, la persona puede vivir con paz en su ser. Hay muchos adeptos que alaban la M.T. porque les ha dado cierta bienaventuranza (felicidad); hay otros que no han recibido absolutamente nada, y hay otros más a quienes esta filosofía los ha dañado.

El peligro más grande de la M.T. (aparte de que es idolatría, Éx. 20:3) es la posible apertura al mundo de los demonios, y por ende al engaño. Se enseña a repetir ciertos nombres de dioses durante la meditación; la meta es abrirse y extender el estado de lo consciente a un ser superior. Cuando una persona se «abre», ya con la mente vacía, es terreno fértil para Satanás (1 P. 5:8).

El cristiano y la Meditación Trascendental no tienen nada en común, y el creyente debe huir de la idolatría (1 Co. 10:14) y debe resistir al diablo (Stg. 4:7). Pero ¿esto acaso quiere decir que el cristiano nunca debe meditar? Para dar una respuesta apropiada a la pregunta sobre la meditación, debemos considerar dos aspectos claves. En primer lugar, ¿es bíblica la meditación? En segundo lugar, si es bíblica, ¿en qué se diferencia de la meditación popular que tiene su origen en las religiones orientales modernas?

La primera mención de meditación se halla en el primer libro de la Biblia, donde leemos que había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde (Gn. 24:63). Más adelante Dios habló a Josué y dijo: Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche... (Jos. 1:8). David y los demás escritores de los Salmos fueron quienes hicieron más alusiones a la meditación; el salmista declara: Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos (Sal. 119:99; véase también Sal. 1:2; 19:14; 63:6; 77:12; 119:48, 78,148). Por lo tanto llegamos a la conclusión de que la meditación es en realidad básica y necesaria, siempre y cuando se base en las Escrituras mismas.

¿Cuál es la diferencia entre la meditación cristiana y las formas de meditación oriental? Las diferencias principales estriban en el contenido (como ya hemos visto) y en el propósito de la meditación. Todas las formas orientales hacen hincapié en la necesidad de apartarse del mundo; hacen énfasis en la pérdida de la personalidad y la individualidad, y en la fusión con la «mente universal». La meditación oriental es sólo un intento de vaciar la mente en tanto que la meditación cristiana es un intento de vaciar la mente de todas las cosas extrañas para entonces llenarla de Dios y de su Palabra.

Los Salmos nos hablan del objeto de nuestra meditación: ...en la ley del SEÑOR se deleita, y día y noche medita en ella (Sal. 1:2). Pienso en ti toda la noche (Sal. 63:6). Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas (Sal. 77:12). En tus preceptos medito... (Sal. 119:15). La meditación bíblica se debe realizar con el corazón y también con la mente: Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia (Sal. 49:3).

Es preciso que a veces el cristiano haga un alto en su agitada vida para meditar en las obras de Dios, en su Palabra y en sus mandamientos.

Una meditación vacía o una meditación que incluya la repetición de nombres de dioses falsos, hace que una persona esté abierta al mundo de Satanás. Por consiguiente, la meditación extrabíblica es verdaderamente peligrosa. Pero la meditación en Dios y su Palabra es esencial.
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